ASUNCIÓN, Paraguay - En uno de los países más conservadores de América, la comunidad trans enfrenta una dura realidad marcada por la discriminación sistemática y la violencia, un reflejo de las profundas desigualdades estructurales que persisten en Paraguay.
Una historia de resistencia y supervivencia
Alejandra Mongelós, una joven trans de 20 años, ejemplifica la lucha diaria por la dignidad. Su historia, que comenzó cuando tenía apenas 8 años, revela cómo la intolerancia y el prejuicio pueden marcar profundamente la vida de una persona desde temprana edad.
"Seguí huyendo. Mis propios cuidadores me maltrataban", recuerda Mongelós, quien pasó por casi 30 hogares de acogida antes de encontrar apoyo real.
El peso de la política conservadora
La situación actual tiene raíces históricas profundas, reminiscentes de la época cuando Paraguay vivía bajo regímenes autoritarios que reprimían las libertades individuales. El Partido Colorado, que mantiene su hegemonía política, continúa perpetuando políticas discriminatorias.
Refugios: Espacios de resistencia y esperanza
Casa Diversa, fundada por la activista Yrén Rotela, se ha convertido en un faro de esperanza. Este espacio no solo ofrece protección física sino también oportunidades de desarrollo personal y profesional para la comunidad trans.
La lucha contra la violencia sistemática
La violencia contra las personas trans frecuentemente queda impune, reflejando una crisis en el sistema de justicia y seguridad ciudadana. Los ataques van desde agresiones verbales hasta violencia física, con escasa respuesta oficial.
El camino hacia el cambio
A pesar de los obstáculos, activistas como Rotela continúan luchando por el reconocimiento legal y social de la comunidad trans. La batalla no es solo por leyes, sino por transformar una sociedad profundamente arraigada en prejuicios y discriminación.
